El error, muchas veces cometido, consiste en correr antes de caminar. Tu salud no es la excepción. Para comenzar a hacer ejercicio, mejorar tus hábitos, alimentarte adecuadamente y establecer una rutina duradera debes ir de a poco. Si mañana hicieras todo de golpe, si pretendieras ejecutar un giro de 180º, te agotarías de inmediato y sentirías -como mucha gente lo llega a decir- que esto no es para ti.
Así que incorpora una sola cosa a la vez. Cumple un objetivo, nada más. Empieza un plan de alimentación, sé constante con el ejercicio, aplica algún consejo o aprende algo nuevo; pero no todo al mismo tiempo. No hay prisa; tampoco hay atajos.
Incorpora los siguientes ‘tips’ paulatinamente:
Establece horarios. Así como programas tu alarma para despertar, así debes programar tus tiempos de entrenamiento y comida. Tu organismo se comportará mejor cuando siga un mismo patrón y reciba los nutrientes a la misma hora, de lo contrario, cuando por algún motivo no desayunes, comas tarde o dejes de cenar, lo pondrás en un modo de “supervivencia” en el que generalmente acumula para tener reservas de energía en caso de otro olvido tuyo.
Aprende a decir no. Parece trillado, pero muchas veces por no utilizar un simple no, terminas comiendo una rebanada de pastel, una dona, unas papitas o tomándote varias cervezas que, por supuesto, no están alineadas con tu objetivo.
Mantente hidratado. Tomar suficientes líquidos es una necesidad básica. La mayoría de las funciones corporales dependen de un correcto estado de hidratación. Así que como dicen los comerciales, consume -al menos- dos litros de agua al día. Más si el clima es caluroso y tu actividad física va de moderada a intensa.